Púlpito de la Iglesia de San Sulpicio

Púlpito de San Sulpicio 1788

Púlpito de la Iglesia de San Sulpicio. París.

El púlpito de San Sulpicio fue ejecutado en 1788 a partir de los diseños de Charles De Wailly, y donado por el duque de Aiguillon du Plessis Richelieu, un sobrino-bisnieto del cardinal Richelieu, antiguo ministro de Luis XV y primer marguillier de la parroquia. Está hecho de madera de roble y de mármol, y está considerada como una obra maestra de ebanisteria y de equilibrio (descansa, de hecho, sobre las únicas escaleras laterales que la soportan). En 1791, monsieur de Pansemont (párroco) declaró su negativa a prestar el juramento de la Constitución Civil del Clero desde lo alto de ese púlpito, delante de los guardias nacionales y sus seguidores. El púlpito fue afortunadamente preservado por los revolucionarios que lo consideraron «útil». Sus dorados y pinturas han sido recientemente objeto de una cuidadosa restauración (2010).

El púlpito tiene muchos símbolos en las diferentes partes que lo componen:

  • dos estatuas en madera de tilo dorada (obra de Guesdon), la de la izquierda sostiene un cáliz (símbolo de la fe) y la de la derecha un ancla (símbolo de la esperanza);

  • cuatro bajorrelieves de bronce dorado de Edme Dumont, con animales que representan a los Evangelistas: un león (por san Marcos, cuyo Evangelio comienza con el ministerio de san Juan Bautista cuya palabra sonaba como el rugido de un león en el desierto), un toro (por san Lucas, cuyo Evangelio comienza con el anuncio de un hijo de Zacarías, un sacrificante en el templo), un ángel (o un hombre, por san Mateo, cuyo Evangelio comienza con la genealogía humana de Cristo) y un águila (que fija el Sol como san Juan fija a Dios en la persona humana y divina de Cristo).

  • Un caja de resonancia (abat-voix) de Edme Dumont coronada por un grupo (una mujer y niños) en madera dorada que representan a la caridad, que bajo el cielo está adornada con una paloma dorada con las alas extendidas, símbolo del Espíritu Santo rodeada de rayos luminosos.

El estado de esta iglesia, conocida como la «Catedral de la orilla izquierda», de la que ya he hablado con anterioridad en el blog (1, 2, 3) y que es, sin duda, una de las más bonitas de París, se ha deteriorado mucho últimamente, debido a la falta de fondos para conservación destinados por los poderes públicos franceses, a pesar de la propaganda.