En la Sacristía Norte del Palacio de los Papas (Aviñón)

Ya traté otra obra de arte de esta misma Sala: el retablo de Jesús portando la cruz, situado en la parte posterior (a nuestra izquierda en esta foto, que no sale en ella) de esta misma Sacristía Norte.

Nos vamos a centrar en las estatuas que están en el centro de la Sala que, como ya nos tienen acostumbrados, carecen de información alguna, salvo una de ellas que, al menos, nos dice quién es uno de los retratados. La única que no analizaremos es la que está a la derecha, porque no he encontrado ninguna información sobre ella. Cuando la encuentre la subo con lo que haya encontrado.

Comenzamos, pues, con este último que es el el grupo central de la sala:

Como veis, en la parte derecha, pone claramente (lo traduzco):

“Luis II de Borbón, llamado el Bueno. Iglesia de Souvigny (Allier) Siglos XIV y XV”.

Vamos, por tanto, a saber quién fue Luis II el Bueno: hijo de Pedro I, duque de Borbón, y de su mujer, Isabel de Valois, se casó con Ana de Auvernia. Fue quien liberó Reims del asedio del Príncipe Negro en 1359 dentro de la Guerra de los Cien Años. Pero en ese momento, Juan II el Bueno, rey de Francia, es cogido prisionero por las huestes del Príncipe Negro y Luis II es uno de los nobles que Inglaterra acepta en sustitución de Juan II el Bueno. Mientras, su ducado fue gobernado por su madre, Isabel de Valois, de lo que se aprovecharon los nobles. Cuando es liberado en 1366, su autoridad ha quedado gravemente afectada por los barones y las compañías de ladrones que en muchos casos habían sido ayudadas por los propios barones. Instituye entonces la Orden del Escudo Dorado (Ordre du Ecu Doré) en 1367 y, posteriormente, imputa los hechos ocurridos en el Ducado al “gran procurador de Borbón”, un cargo instituido para perseguir a los maleantes pero que poco pudo hacer ante los nobles. Sin embargo, al haber conseguido reembolsarse por los daños mediante confiscaciones, consideró que no era necesario más persecución contra los causantes de los disturbios y los crímenes, entre otras cosas, porque los necesitaba para la Guerra de los Cien Años.

Su mujer, Ana de Auvernia, era heredera del ducado de Auvernia (“Delfina Soberana”, ya que, en el momento del matrimonio, aún no había heredado) y del ducado de Forez. Se da la circunstancia de que ambos eran primos y, por tanto, su matrimonio precisó de dispensa papal.

Los siguientes son la pareja que hemos visto de pie:

Los representados son Carlos V de Francia, de la casa Valois y su mujer, Juana de Borbón, hermana del anterior, Luis II del Bueno. Apodado “el Sabio”, Carlos V era hijo de Juan II el Bueno (sí, el que hicieron prisionero los ingleses) y actuó como regente mientras su padre no estaba para hacerlo. De este rey, también hablamos: fue a quien, cuando era un niño, se tuvo que enfrentar a la rebelión por los altos impuestos encabezada por Étienne Marcel. Su comandante general es otro viejo conocido en España, especialmente en Castilla: Bertrand du Guesclin, el de ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor” y asesino del rey Pedro I el Cruel o el Justo (según quién nos cuente la historia).

Pues bien, “el Sabio” se casó con Juana de Borbón, una noble que era, como poco inestable:

Queen Joanna was described as mentally fragile, and after the birth of her son Louis in 1373, she suffered a complete mental breakdown. This deeply worried Charles V, who made a pilgrimage and offered many prayers for her recovery. When she did recover and regained her normal state of mind in 1373, Charles V appointed her legal guardian and regent of France should he die when his son and heir was still a minor.

Lees eso y piensas que qué buenas noticias, vivieron felices y… no, tan deprisa:

Joanna died at the royal residence Hôtel Saint-Pol in Paris, on 6 February 1378 three days after her 40th birthday, and two days after the birth of her youngest child, Catherine.[1] Froissart[6] recorded that Joanna took a bath against her physicians’ advice. Soon after, she went into labour and died two days after giving birth.

El rey sólo la sobrevivió dos años: ella tenía 40 años y el 42 cuando murieron.

Pasamos ahora a la estatua que está a su izquierda:

Todo lo que he encontrado sobre este señor, que en lugar de estar rezando parece que se está riendo de quien le mira (o se va a sacar una daga de los ropajes), es que era “el duque de Borgoña del siglo XIV”, lo que en principio no parece mucha información. En un blog francés encuentro lo siguiente:

Toujours est-il que nous nous amusons de la tête de Philippe-le-Hardi (tout à gauche). Ce brave homme est-il amer, jaloux, envieux, en colère, tout ça à la fois ? Il ne devait pas être commode !

Según este blog, esta estatua representa a Felipe el Duro, duque de Borgoña y dice que este “hombre valiente está tan amargado, envidioso, colérico ¿todo a la vez? ¡No debería ser cómodo”. Vamos a ver quién era y por qué le llamaron Felipe “le Hardi”, o sea el Duro (que ya tenía que serlo para que le llamaran así en la Edad Media… no me quiero imaginar lo que le llamarían hoy 🙄 ). Ya hemos visto que a Juan II el Bueno lo cogieron preso los ingleses en Poitiers. Pues bien, Felipe era su hijo y estaba con él en la batalla, después de haber mandado al resto de hermanos, incluido el heredero Carlos, a un lugar seguro. Nacido en 1342, Felipe, en la mencionada batalla (1356), tenía 14 años pero su valentía en la misma hizo que le considerasen caballero y que le apodasen “el Duro” (otros lo traducen por el audaz que queda más de película de D i s n e y; lo del Duro parece que usaba una Harley en sus desplazamientos 😀 ). Repito: con 14 años y sin espada. Hay que hacer una aclaración: aún no podía llevar espada porque no había sido armado caballero.

Jean le Bon et son fils, debouts et armés au centre, encerclés par des cavaliers et des soldats, au sol des cadavres

En el momento crítico de la batalla, Juan II se colocó en una elevación del terreno. Consciente del peligro que corrían, hizo que sus hijos mayores, Carlos (el futuro rey Carlos V), Luis, que más tarde se convertiría en Luis I de Nápoles, y Juan (el futuro Juan de Berry) fueran llevados a un lugar seguro, queriendo así preservar la línea masculina de su dinastía. Sin embargo, mantuvo consigo al joven Felipe, de solo catorce años, que aún era demasiado joven para empuñar la espada. Expuesto a todos los peligros, Felipe ayudó a su padre en un heroico combate cuerpo a cuerpo y, gracias a su valentía, se ganó el apodo de «Audaz». Sus gritos de guerra se vuelven legendarios: «¡Padre, mantente a la derecha! ¡Mantente a la izquierda! Juan el Bueno y Felipe, heridos, fueron finalmente hechos prisioneros por los ingleses y llevados al cautiverio.

(Imagen de Wikipedia, esta NO es mía).

Juan II moriría en cautiverio, mientras el Príncipe Negro cada vez endurecía más sus condiciones de vida hasta el final porque intentaba obtener el mejor acuerdo por los prisioneros.

Así que ese hombre anterior que te mira y no se sabe si se va a sacar un puñal o se está riendo de tí, es este mismo individuo que, sin espada, defendió a su padre en medio de una batalla, con 14 años. Mi más sincero respeto. Entre otras contribuciones, este mismo duque fue uno de los primeros que, posteriormente, emplearía la pólvora militarmente y prohibió el uso de la uva Gramay para preservar la calidad del vino de Borgoña, en favor de la uva Pinot Noir, con la que se hacen hoy desde el vino tinto hasta el champagne. Asimismo, ejerció la regencia durante la minoría de edad de su sobrino, Carlos VI, llamado el Loco (*), que heredó a los 11 años tras la prematura muerte de sus padres. Pero la regencia le enfrentó a su hermano, Luis de Orléans, dando principio a una de las enemistades familiares más famosas de la historia de Francia.

Sin embargo, el blog francés hace una buena pregunta: ¿por qué están todas estas personas aquí?

Pues todo tiene que ver con el llamado “cisma de Occidente”, esto es, la huida de los Papas a Aviñón, de lo que algo ya hablé enlas anteriores entradas sobre el Palacio de los Papas (1, 2, 3):

En 1376, el Papa Gregorio XI, temiendo perder los Estados Pontificios, decidió trasladar su corte de regreso a Roma después de casi 70 años en Aviñón. Carlos (“El Sabio”), con la esperanza de mantener la influencia francesa sobre el papado, trató de persuadir al Papa Gregorio de que permaneciera en Francia, argumentando que «Roma está dondequiera que esté el Papa». Gregorio se negó.

El Papa murió en marzo de 1378. Cuando los cardenales se reunieron para elegir un sucesor, una turba romana, preocupada porque el Colegio Cardenalicio predominantemente francés elegiría un Papa francés que traería el papado de regreso a Aviñón, rodeó el Vaticano y exigió la elección de un Romano. El 9 de abril, los cardenales eligieron a Bartolomeo Prigamo, arzobispo de Bari y plebeyo de nacimiento, como Papa Urbano VI. El nuevo Papa rápidamente enajenó a sus cardenales al criticar sus vicios, limitar las áreas donde podían recibir ingresos e incluso llegar a golpear a un cardenal antes de que un segundo lo detuviera. Los cardenales franceses abandonaron Roma ese verano y declararon inválida la elección de Urbano debido a la intimidación de la turba (una razón que no había sido citada en el momento de la elección) y eligieron al cardenal Roberto de Ginebra como Papa Clemente VII en septiembre.

Los cardenales franceses rápidamente actuaron para conseguir el apoyo de Carlos. La facultad de teología de la Universidad de París aconsejó a Carlos que no tomara una decisión apresurada, pero éste reconoció a Clemente como Papa en noviembre y prohibió cualquier obediencia a Urbano. El apoyo de Carlos permitió a Clemente sobrevivir como Papa y condujo al cisma papal, que dividiría a Europa durante casi 40 años.

No tengo pruebas pero tampoco dudas de que todas las personas que se encuentran ahí, lo están porque Carlos V de Francia consiguió que el Papado volviera a Aviñón y porque ayudaron a Carlos V de Francia a que pudiera llegar a ser rey. Para Francia era un punto a favor grandísimo: se lo quitaba a Italia y tenía un maravilloso poder de influencia sobre el Papado.

Pero nos queda una cuestión no menor. Hemos mencionado al Duque de Borgoña, Felipe el Duro. Su hijo y heredero fue Juan sin Miedo (en el retrato de Wikipedia parece que le han puesto a chupar limones) y, por tanto, abuelo de otro viejo conocido: Felipe el Bueno, llamado el “Gran Duque de Occidente” y, por tanto, el mencionado “Duro” es antepasado de Felipe el Hermoso y de los Austrias españoles.

El mundo es un pañuelo. 😀

(*) Entre otras muchas locuras, se creyó que tenía los huesos de cristal (algo que no era cierto), por lo que se hizo coser barras de hierro a los trajes. Comodísimo tenía que ser el diseño. Cuánto sufrimiento por algo inexistente.

Esta entrada también puede leerse en Substack.

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