La Virgen de la Piedad, talla, siglo XVI (MBAL)

La Virgen de la Piedad, madera de tilo, Legado de Joseph Gillet, 1923. Principio del Siglo XVI, Alemania del Sur. Museo de Bellas Artes de Lyon.

Siguiendo con la tradición del Museo en cuestión, no tiene enlace especial esta pequeña talla, que supone una real evolución respecto del estilo de la Edad Media. Por tanto, viendo que no hay nadie que haya explicado esta talla, me veo en la obligación de hacerlo yo. Si alguien quiere añadir o contradecir algo, no tiene más que ponerlo en comentarios.

En primer lugar, no está claro de dónde proviene esta imagen, talla en madera de tilo, datada del principio del Siglo XVI, aunque sí se sabe que su origen está en Alemania del Sur. Al ser principios del Siglo XVI, la Reforma aún no ha tenido efectos desde el punto de vista artístico, aunque sí es cierto que la parte más al Sur (en especial, Baviera) va a ser menos partidaria de aquella que el norte.

Además, el sur, por su proximidad con Italia, fue la parte del territorio alemán actual más proclive a aceptar las influencias italianas. Como vemos, si la comparamos con la Piedad del siglo XV, del Museo Frederic Marés, la postura de los representados ha pasado a ser más armoniosa y menos forzada. El estudio del cuerpo humano es en esta más acorde con el comportamiento del cuerpo de un muerto al estar tumbado sin que le afecte aún el rigor mortis: en la del siglo XV, la representación de los miembros de Cristo no parece natural, porque, como señalé en el Cristo protogótico que traté ayer, en la Edad Media lo importante era el mensaje que se trataba de transmitir, mientras que el siglo XVI, en pleno Renacimiento, el naturalismo a la hora de representar a la Piedad prima sobre cualquier otra cuestión.

También la forma en la que queda tallada la Virgen (en la del siglo XV, aún presenta cierto hieratismo que ha desaparecido en esta), nos muestra la evolución de la talla en el ámbito europeo. De hecho, la forma en la que ladea la cabeza, sin poder creerse lo que está viendo, es una de las formas de expresión de dolor sin excesos, más interesantes de la talla. Su expresión se ve reforzada por la forma en la que cruza las manos en un rezo desesperado ante lo que ve y que nos dice todo lo que necesitamos saber sobre su inmenso dolor. La expresión facial, de una tristeza infinita, carece de grandes gestos que, en cualquier caso, robarían protagonismo a quien lo debe tener, que es Cristo muerto.

La misma evolución puede observarse en el tratamiento de las telas, como ya hemos visto: en la del siglo XV, el vestido y la toca de la Virgen (más propias de dicho siglo europeo que del momento en que vivió y murió el Jesucristo histórico) parecen una coraza más que telas, mientras que fluyen ya naturalmente en la que vemos hoy. Lo mismo ocurre con el taparrabos de pureza que aquí cae de forma natural mientras que en el otro cumple estrictamente su función; o bien la tela que sostienen los ángeles detrás de la Virgen María.

La talla, que ha perdido parte de su policromía original, aunque no parece haber sufrido daños significativos, añade a ambos lados de la Virgen María, un ángel, uno de los que ha perdido una de sus manos. Sostienen entre los dos una rica tela dorada que mantienen a la espalda de la Virgen. Como los ángeles portando la Cruz y la Columna de la Flagelación, también del MBAL, tampoco tienen alas o cualquier otro rasgo de su carácter sobrenatural. Sin embargo, sus caracteres externos (cara redonda, pelo ondulado, juventud, etc.) pueden señalar esa posibilidad, que además hace que el rezo silencioso de la Virgen no pierda sentido, porque ni siquiera en ese momento, están realmente solos.

La tela que sostienen los ángeles hace que la escena se vuelva casi íntima, en un diálogo entre la talla y el espectador que contempla así la escena, pudiendo reflexionar sobre lo que ve. Por tanto, y aunque las formas son mucho más naturalistas que en siglos anteriores, la finalidad sigue siendo la misma: ayudar a los fieles que contemplen la imagen, a reflexionar sobre la escena representada de forma que puedan vivir de una manera más completa su fe.

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