Palacio de San Telmo: fachada norte

Ya vimos en una entrada anterior una vista general y la puerta principal de este precioso palacio. Vamos a fijarnos ahora en esta fachada norte que tiene la particularidad de que en la parte superior, la infanta Doña María Luisa, duquesa consorte de Montpensier, ordenó poner las estatuas de doce sevillanos ilustres:

La galería de los doce sevillanos ilustres es un conjunto de doce estatuas ubicado en el Palacio de San Telmo de la ciudad de Sevilla. La infanta María Luisa encargó al escultor Antonio Susillo el grupo de doce esculturas. Este las terminó en 1895.

Las esculturas se disponen sobre la balaustrada de la fachada donde se accede al apeadero del palacio,​ en la calle Palos de la Frontera, en dirección al Hotel Alfonso XIII.

Así, vamos a ver, en esta entrada y en la de mañana, quiénes son estos sevillanos ilustres, cuyas estatuas fueron realizadas por el escultor Antonio Suzillo.

En primer lugar, tenemos al escultor sevillano Martínez Montañés:

(Alcalá la Real, España, 1568 – Sevilla, 1649) Escultor español. Es una figura sobresaliente de la escultura en madera policromada, la técnica escultórica que alcanzó mayor desarrollo en la España de los siglos XVI-XVII. Su nombre y el de Gregorio Fernández suponen los puntos culminantes del realismo barroquizante de este arte peculiar, que respondió al ambiente de piedad y devoción característico de la Contrarreforma. De ambos, el último capitalizó la escuela castellana de la talla en madera, mientras que Martínez Montañés fue la cabeza visible de la escuela andaluza o sevillana.

A continuación, nos encontramos con Rodrigo Ponce de León y Núñez, apodado “Martillo de los Moros”, I Duque de Cádiz y I Marqués de Zahara:

Fue uno de los principales capitanes de los Reyes Católicos en la conquista de Granada.

Segundo hijo de Juan Ponce de León y Ayala, II conde de Arcos y I marqués de Cádiz, y Leonor Núñez, comenzó pronto su carrera militar siguiendo a su padre y apoyando a Enrique IV de Castilla contra quien se había rebelado la nobleza. Por las acciones en el cerco de Cádiz, el rey nombra marqués de Cádiz a Juan Ponce de León, aunque el título lo llevará su hijo, incluso antes de la muerte del padre. Tras ésta, Rodrigo continuará apoyando a su soberano contra Enrique de Guzmán, II duque de Medina Sidonia.

La siguiente estatua es la de Diego de Silva y Velázquez, uno de los mayores genios del Siglo de Oro y del arte mundial.

Conocido por sus composiciones complejas y sus extraordinarias habilidades de observación, Diego Velázquez es uno de los más grandes retratistas del arte occidental. Nacido en Sevilla, Velázquez fue el pintor de cámara del rey Felipe IV durante la mayor parte de su vida, convirtiéndose en una figura clave del arte del Siglo de Oro español.

El trabajo de Velázquez tendría un influencia profunda en varias generaciones de artistas, principalmente en los impresionistas, quienes admiraban sus pinceladas sueltas y su magistral uso de la luz. Su obra hoy forma parte de las colecciones de grandes museos alrededor del mundo, aunque buena parte de sus pinturas se encuentran en el Museo del Prado de Madrid.

Eso debe ser muy molesto para el MET… que tiene una gran cantidad de obras de culturas que nada tienen que ver con Nueva York (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9).

Esta estatua representa a una de las personas más interesantes de la Sevilla del Siglo XVII: Miguel Mañara Vicentelo de Leca:

Miguel Mañara nació en Sevilla el 3 de marzo de 1627 en el seno de una familia de mercaderes de origen corso. Su padre Tomás Mañara, casado con Doña Jerónima Anfriano Vicentelo, hizo fortuna en el mundo del comercio, consiguiendo una posición de prestigio para su familia. Miguel Mañara recibió desde la infancia la educación propia al estado de caballero, entrando con sólo diez años a formar parte de la Orden de Calatrava. Cumplidos los trece años y tras fallecer sus hermanos mayores, pasa a ser heredero del mayorazgo. En 1648 y tras la muerte de su padre, contrae nupcias por poderes con Doña Jerónima Carrillo de Mendoza dedicando sus quehaceres a los cargos de provincial de la Santa Hermandad y de Alcalde Mayor de Sevilla, así como a sus negocios que desarrollaba a través del consulado de mercaderes.

En 1661, a raíz de la muerte de su esposa, sufrió una profunda crisis personal que le llevó a cuestionarse su forma de vida. En breve tiempo empezó un proceso de profunda conversión y penitencia. Miguel Mañara comprendió lo efímero de lo terrenal y decidió abrazar la vida religiosa retirándose como ermitaño a la sierra de Ronda. Después de varios meses transcurridos en soledad, templado por la práctica de ascetismo, volvió a Sevilla como hombre profundamente renovado, dispuesto a llevar a cabo una labor grata a Dios y a satisfacer las exigencias de su conciencia.

En aquel tiempo descubrió el trabajo silencioso y humilde llevado a cabo por la Hermandad de la Santa Caridad e insistió para ser acogido como hermano. Consciente de las penurias y dificultades de los más humildes empezó a proponer fórmulas para el auxilio de los desheredados que, si bien compartidas por los demás hermanos, no eran realizables con los medios de la hermandad. Elegido Hermano Mayor en 1663, cargo que ostentaría hasta la muerte, promovió primero el hospicio y finalmente el hospital de la Santa Caridad.

El siguiente sevillano universal es Lope de Rueda:

(Sevilla, h. 1500 – Córdoba, 1565) Dramaturgo español. De oficio batidor de oro, lo abandonó, no se sabe en qué fecha, para dedicarse al teatro y fundar una compañía propia que actuó en diversas ciudades españolas con gran éxito. Como autor teatral produjo comedias, coloquios pastoriles, algún auto sacramental y pasos. Sus obras están escritas al estilo de la comedia italiana y suponen el triunfo en el teatro español de la adaptación de la dramaturgia italiana, en un momento en que la influencia italianizante en la lírica castellana estaba completamente consolidada.

Diego López de Zúñiga, amigo de Miguel Mañara, es otro hombre muy interesante y polifacético:

Hijo del caballero de la Orden de Calatrava y veinticuatro de Sevilla Juan Ortiz de Zúñiga y de Leonor Luisa del Alcázar, este polifacético personaje alcanzó una notable importancia en la Sevilla del XVII. Con tan sólo siete años, sus padres solicitaron su ingreso en la Orden de Santiago y, después de verificadas las pruebas necesarias, se celebró la ceremonia en Sevilla en 1640. Su juventud transcurrió junto a sus padres, admirando la ya importante colección de pinturas y la interesante biblioteca conservada en el domicilio familiar, que heredó tras la muerte de su progenitor.

En su formación y su interés por la historia, fue pieza clave su tío José Maldonado y Saavedra, erudito, estudioso e investigador de antigüedades. Al cumplir los veinte años, a Diego Ortiz de Zúñiga se le concedió una plaza de veinticuatro en el Cabildo hispalense, por Cédula Real fechada en Madrid el 8 de septiembre de 1653, recogiéndose en los cabildos celebrados el 8 y 12 de agosto para tal efecto que en él “concurrían las cualidades necesarias para ser regidor de esta ciudad, por ser caballero hijodalgo, notorio de sangre y caballero de la orden de Santiago, hábil y suficiente para usar el dicho oficio”.

(…) Entre 1662 y 1663, realizó una serie de dibujos arquitectónicos y ornamentales que estilísticamente abarcan del manierismo al barroco. Buena parte de ellos aparecen firmados como “D.Z.”, y muestran a Ortiz de Zúñiga como un hombre culto, versado en el latín y el griego, conocedor de la literatura artística al uso en la época y fecundo proyectista, no en vano, todos los dibujos los realizó en dos años. De su análisis también se desprende que conocía la producción de artífices como Juan de Oviedo y de la Bandera o Alonso Cano, y los modelos italianos de Jacopo Barozzi Vignola o Sebastián Serlio. En algunos dibujos, se adelanta a su tiempo, con portadas y fachadas que posteriormente serían utilizadas en distintos edificios de la ciudad, como la iglesia del Salvador o el Palacio de San Telmo.

Mañana seguimos examinando el resto de los retratados en las estatuas de la puerta norte del Palacio de San Telmo.

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