Cristo protogótico (Iglesia de San Vicente Mártir, Sigüenza)

Esta talla de Cristo protogótico (datado de los siglos XII-XIII) se encuentra en la Iglesia de San Vicente Mártir (Sigüenza, Guadalajara, España), románica, del siglo XII. Se considera protogótico un estilo en el que se han perdido algunas de las características del románico pero aún no ha aparecido el gótico como tal. Así, el artista románico no era figurativo sino que representaba el ideal de belleza del momento. Del libro Historia del Arte – La Edad Media (Alianza Editorial), página 199:

En la época románica en modo alguno puede hablarse de decadencia o de primitismo creativo. Las formas claras y simétricas dominadas por la geometría responden a un estilo de plenitud plástica, un estilo en el que lo importante no era transcribir en una superficie o en un bloque de piedra la realidad exterior, lo que percibían los ojos, sino aquello que la época consideraba el ideal de perfección. Para acercarse a la perfección, las formas del Románico debían superar los límites de la realidad, alejarse del engaño a lo cotidiano y lo accidental y figurar solamente, a través del espacio, del tiempo, de lo expresivo incluso, los caracteres más esenciales y constantes, los más universales.

E. H. Gombrich en su Historia del Arte (páginas 196 ss):

En el siglo XIII los artistas abandonaron accidentalmente los esquemas de los libros para representar temas porque les interesaban. Apenas podemos imaginar lo que esto significó. (…) En el medievo no existían (…) retratos, de acuerdo con nuestro concepto. Todo lo que hicieron los artistas fue dibujar escenas convencionales, añadiéndoles el emblema de su función -una corona o un cetro para el rey; una mitra y un báculo para el obispo- y quizás escribir el nombre debajo para que no cupiera error. (…) El artista medieval, al menos desde el siglo XIII, se daba perfecta cuenta de las proporciones y, si prescindía de ellas, muy a menudo no era por ignorancia, sino simplemente porque no creía que importaran.(…) No debemos olvidar que el escultor que se proponía reproducir la naturaleza se daba a una tarea más fácil que la del pintor que se propusiera lo mismo. El escultor no tenía que preocuparse de crear una ilusión de profundidad por medio del escorzo o de los juegos de luces y sombras: la obra ejecutada por él se sitúa en un espacio y luz reales.

La rigidez del románico va perdiendo fuerza en favor de una mayor naturalidad y armonía de las proporciones: por ejemplo, igual que en la Cruz de Piasca (también del siglo XIII), las piernas ya no se representan totalmente frontales, pero sin embargo, el paño de pureza le cae hasta las rodillas igual que en dicha Cruz. Por tanto, aún quedan rastros románicos (por ejemplo, la forma de las manos, que se representan con todos los dedos unidos, es muy representativa) que impiden considerarla plenamente gótica. Simplemente, comparémosla con el Ángel Sonriente de la Catedral de Reims (gótico) y las diferencias son claras.

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